A veces esperamos que nuestros niños actúen de la manera que consideramos correcta en diferentes situaciones.
Si vamos a una cita médica queremos que estén tranquilos, sentados, sin moverse; si está en el colegio esperamos que sea un niño ejemplar, si va a un parque esperamos que no se ensucie la ropa y así un sin fin de situaciones que como madres nos frustran la vida, sin pensar que con tan solo entender que son niños nos basta.
Los niños, niños son. Si tu hijo no corre, no juega, no se ensucia, no explora es ahí cuando hay que preocuparse. Los niños tienen la libertad para ser ellos mismos y también para ser lo que deseen porque se permiten imaginar al jugar y esto es algo que ellos toman muy en serio.
"Esfuérzate en ser el adulto que esperas que sea tu hijo en el futuro".
Los seres humanos nos comportamos de acuerdo a nuestro periodo evolutivo, no nacemos corriendo; primero gateamos, luego comenzamos a ponernos de pie, damos nuestros primeros pasos, consolidamos nuestros pasos al caminar y ahí sí ¡a correr! No nos saltamos ninguno de estos pasos (con sus muy pequeñas excepciones) y así es con todo en la vida.
Nuestro desarrollo es un proceso que se da por etapas, por eso el niño no va a actuar como adulto, no va a actuar de la manera que tu esperas, ni de la forma que tu consideres correcta, hay en su cerebro estructuras importantes que aún no están del todo desarrolladas y por eso va a hacer lo que mejor sabe hacer y para lo que está realmente preparado: ser niño.
Por lo tanto, permítele a tu hijo expresarse con naturalidad, acompáñalo en su proceso de crecer, motívalo a que disfrute de la libertad de ser niño, juega con él, conoce sus gustos y esfuérzate tú en ser ese adulto que tu hijo desee imitar cuando le corresponda ser adulto.
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